En una época de libros de autoyuda y diapositivas de cómo ser feliz, a veces entran ganas de mandarlo todo a la mierda. Hazlo, no pasa nada, el mundo no va a desaparecer mañana, pero no te rindas.
Las dos sabemos que no eres de las que tiras la toalla, de hecho todos saben lo cabezota que puedes llegar a ser cuando algo se te mete entre ceja y ceja, y cuando las cosas se tuercen te desesperas hasta que encuentras un camino alternativo para llegar a la misma meta, o a veces cambias la meta, que también vale.
¿Y qué si vienen baches más frecuentes en esta curva que es la vida? No te rindas. Levanta la cabeza y mírate en el espejo. Hazlo y por favor deja de ponerte defectos cuando lo hagas. Piensa en todo lo qué has conseguido, en las cosas que has dejado en el camino, en lo que has ganado, en los sueños que se convirtieron en realidad y en las pesadillas que superaste. ¿Ha merecido la pena?
Sabes la respuesta pero a veces se te olvida sentirte orgullosa de tí misma. Yo solo te pido que no te rindas. Permítete parar de tu carrera diaria, respirar e incluso tomarte unos días para desaparecer y ver las cosas con otros ojos. Sé sincera contigo misma y olvídate de todo lo que no seas tú. Grita, patalea o lo que necesites para soltar tu frustración y liberar tus dudas, nadie mejor que una misma para saber qué es lo que funciona. No eres débil, eres humana y mucho.
Nadie mejor que una misma para saber qué es lo que funciona
Y cuando tú misma hayas encontrado las respuestas, vuelve y sigue luchando, porque tú no eres de las que se rinde. Tú peleas contra las adversidades y luchas por lo que crees justo. Y es normal que las fuerzas fallen, que no tenemos baterías infinitas, pero para eso te dejo yo mis piedras mágicas que se recargan con la luna, agua y sal.
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