Ayer debería haber cogido un tren, un avión, un taxi y un barco y tú hoy deberías haber soplado tus velas de cumpleaños conmigo en tu restaurante favorito, pero el virus, que yo creía que estaría controlado en poco tiempo, sigue haciendo de las suyas y como los villanos de los cuentos siempre tienen que impedir los finales felices (o posponerlos)
Las velas de cumpleaños escondidas
Que ya lo sé, que el mundo no se acaba por suspender un viaje que podrá hacerse más tarde. Me hago la idea de que el puñetero bicho solo ha escondido esas velas que ibas a soplar conmigo para dentro de unos meses. Además no dudo de que ya encontrarás la forma de soplarlas hoy, ni que no faltará en la mesa una buena botella de vino, como las que se bebía el yayo o ¿quizás una de Pago de Carraovejas? Lo importante es que siempre haya alguna manera de celebrar los días importantes como hoy.
Los números importantes
Pero antes de que el dos mil veinte termine, esas velas habrá que soplarlas juntos, porque no todos los cumpleaños son iguales y los que empiezan una nueva década o marcan el ecuador de la misma son más especiales. Además para eso somos de día, mes y año acabado en 5 y no va a venir un virus puñetero para encerrarnos en casa para siempre y prohibirnos comernos la tarta y bebernos ese vino.
Así que mientras te espera tu sombrero nuevo y nos devuelven las calles con sus bares de siempre, hoy brindaré por ti aunque sea en la distancia, por tu «edad oficial de jubilación», por los abrazos pospuestos, por las fotos por hacer, por los ratitos al sol, por la celebración pendiente y por todos los años que nos quedan por festejar.
¡Muchas felicidades papá!
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El pago de carroveja no va a faltar me la bebere a tu salud