Yo, que nunca he dejado del todo los libros, hoy pienso en las cosas que aprendí y no olvidé de ellos, mis maestras y profesores preferidos. Porque soy humana y todos tenemos debilidades y predilecciones, y aunque hay algunos que siempre llevo conmigo, yo les doy el mérito a todos, porque no es fácil lidiar con una jauría de adolescentes, rebosada de hormonas y dramas.
Los recuerdos de mis maestras de primaria.
Que no me entere yo que nadie le quita valor a los maestros. Ellos llegaron a mi vida como heroínas que tenían respuestas para todo. Que se sabían todas las canciones del mundo mundial y lo más importante de todo, me enseñaron a escribir y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura.
Mis maestras fueron heroínas que tenían respuestas para todo.
Ellas fueron la base de todo, y no había más admiración que la que una sentía por su seño y por su clase, la clase A siempre, por supuesto. Tanto se identificaba una con su grupo, que el cambio de patio al de las niñas grandes, era un paso muy importante, pero también un drama abandonar la seguridad de tu pequeño recreo con tus seños favoritas.
Cuando no sabes nada de la vida, pero crees que sí. Mis profesores
Y en ese cambio de patio, también se cambian las maestras por profesores, igual que cambias la niñez por la adolescencia y el descubrimiento de una vida que en muchas ocasiones se te quedará grande, porque la vida no te la dan a medida como los trajes, sino que la vas moldeando a base de ensayo y error.
Y en medio de esos errores , ellos están allí para ayudarte. Que no te engañen, esto no se trata de números o letras, esto se trata de aprender las herramientas que te van a servir para mucho más que buscar un trabajo. Así que no te obsesiones en las manías que te tiene un profesor o en lo mucho que odias una asignatura, te lo dice una que se fue creyendo que odiaba a uno con toda su alma y que la asignatura que más detestaba le dio su mejor nota en Selectividad.
Los profesores son héroes que se convierten en celestinas, jueces o comentaristas de televisión. Lo que haga falta.
Pero de nuevo, somos humanas, y siempre habrá alguno que se cuele en tu corazón para el resto de tu vida. Quizás aquella profesora que disfruta como una enana en el laboratorio o aquella que se empeña en convencerte que las matemáticas son lo más importante de este mundo y del más allá. O puede que seas de las mías y la pasión te la despierten los libros mágicos de literatura o las reflexiones de tu libreta de ética.
Ellos son otra clase de súper héroes que se convierten en celestinas con recetas secretas para los primeros males de amores y en jueces para mediar las traiciones de amistad. En payasos, para romper los días grises del aula y en comentaristas de televisión para saber sobre tus series favoritas. Te enseñarán sobre el trabajo en equipo, la empatía y la solidaridad, y puede que no te acuerdes de todas tus lecciones de historia, pero de las convivencias, los discursos y el ejemplo no te olvidarás.
Lo que ha reunido Facebook que no lo separe nadie
Y si no me crees, solo tienes que pasarte por cualquier grupo de ex alumnas de Facebook. Pocas se acuerdan de los libros que leyeron en literatura o de su último examen, pero todas puedan contar con lujo de detalles algunas escenas que vivieron en el aula, en una excursión o en ese patio de recreo de las niñas grandes.
Todo lo que de verdad importa se aprende fuera de los libros gracias a ellos.
Por todas las cosas que aprendí y no olvidé de vosotros, mis maestras y profesores ¡Muchas felicidades!
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Muy bueno, siempre en ellos encuentra uno un «alter ego» del que quise ser su epígono.
Me quedo con aquella frase que dice que la diferencia entre un profesor y un maestro es que el primero enseña y el segundo enseña y ama.
Aunque muchas veces hay entre ellos o nuestra percepción cierta confusión o trasvase, no sabiendo clasificar cuál era más profesor que maestro y al revés.