Dicen que encontrar el amor en los tiempos del Tinder no es fácil, estés dónde estés. Si vives en un pueblo, porque al final todos acaban conociéndose y si vives en una gran ciudad, porque todos son unos egoístas que van a lo suyo y se parecen más a los robots de las películas de Hollywood que a personas de carne y hueso.
Mira que yo soy medio bruja y me encanta todo lo relacionado con la magia y las energías, pero yo, al igual que Mónica, nunca he creído en las almas gemelas. Creo en las personas que conectan, llámalo física o química, y que después apuestan por el otro para crear una relación que para que dure requiere de trabajo, empatía y amor. No es una teoría de cuento de hadas, pero creo que es la fórmula que funciona, y eso que soy de letras.
Hay historias para no dormir en este mundo del amor cibernético.
Y esa primera parte de la química y la atracción, creo sinceramente que es muy difícil sentirla a través de una app. No sólo por las experiencias de mis amigas, sino porque he trabajado durante cuatro años en una de ellas y tengo que decir que el personal está muy mal. Ignoro el porcentaje de parejas que nacen a raíz de estas aplicaciones, y conozco a un par de ellas que tuvieron final feliz, pero el camino para llegar al éxito es tan duro que es normal que muchos crean que no merece la pena.
Nadar por las aplicaciones del amor (Tinder, Badoo o la que sea)
Mejor no hablar de todos los boots que utilizan hoy en día estas aplicaciones (o la mayoría), sí sí esos ordenadores que te contestan haciéndose pasar por una persona, y que complican aún más si cabe el maravilloso mundo de la búsqueda del amor, pero hay historias para no dormir en este mundo del amor cibernético.
Para empezar la actitud de “convénceme porque yo lo valgo” no la entiendo. Ahí están todos para lo mismo, sexo o amor, y deberían todos empezar en igualdad de condiciones, no como esas apps donde ellas tienen el poder simplemente porque son mujeres. Si yo fuera hombre, pasaría de estar en un sitio donde ya se ve claro que no va a haber igualdad.
Después está el maravilloso mundo de las descripciones del perfil. Da igual si hablamos de Match, Tinder o la nueva app de turno, por favor sed todos un poco más originales y aprovechad ese espacio para dejar las cosas claras y divertirse con un poco de humor. Eso del conóceme mejor o los perfiles “príncipe azul” cuando en verdad solo quieren un polvo, no los entiendo. Señores, no deis por hecho que todas las mujeres que están ahí quieren buscar un marido.
Los momentos almodovarianos me fascinan.
Esas primeras citas
Y si has conseguido sobrevivir a las primeras conversaciones en Tinder o Badoo, que sólo de leerlas me daban pereza y consigues tu primera cita, aquí llegan los momentos almodovarianos que me fascinan. Como el que es un fetichista con los pies y lo suelta antes de que te hayas pedido la primera copa. La que se indigna porque le proponen una relación abierta cuando ella esconde que está casada. O la típica de los silencios incómodos que nunca termina bien, salvo que tengas alguna táctica preparada como la de la amiga que te llama “inesperadamente” a las dos horas para rescatarte de una de tus peores citas de la historia.
El tema está jodido y mucho. Y lo peor es que los más jóvenes ya no vivirán esos corre ve y dile que sucedían entre pandillas de amigos y con los que llegaban los primeros besos. La electricidad que se sentía cuando te cogían de la mano por primera vez y esas formas tan humanas de conocer a otras personas a través de amigos o de una actividad social como unas clases de baile.
Ahora tenemos a Google para sustituir a tu amiga mayor que te resolvía todas tus dudas existenciales y a Tinder para encontrar el (des) amor.
Gracias por compartir estas experiencias,cuesta saber expresar los sentimientos y gustos personales.tambien estuve navegando algún tiempo por badoo,si bien es verdad que buscamos sexo, también una amistad cómplice de nuestros gustos y pasiones,recibe un abrazo